-Confiesa, Olatz: ¿Has estado alguna vez enamorada?
-¡Nunca! Eso sí, siempre me han querido mucho…-mi amiga apura la copa de cava y suspira. Posa con la mirada perdida en algún lugar o, quizá, en alguien.
-Atiende, cantautor. Te voy a contar lo poco que sé yo sobre amores-Olatz coge aire y se prepara para lanzar su discurso. Como buena jubilada, hace gala de una gran oratoria. Ella siempre aparenta saber de lo que habla y eso, a los inseguros, nos reconforta.
-Preferentemente, hay dos maneras de enamorarse: La manera de los hombres y la manera de las mujeres. En la primera, como tú bien sabes, el hombre se enamora súbitamente, a las primeras de cambio. Ni tan siquiera espera a la segunda cita para sentir hondamente que ama a la otra persona. La carga idealizadora es brutal. Pero resulta que la postal de familia que el ha imaginado con su amada no es en absoluto proporcional al conocimiento que posee de ella y mucho menos al tiempo por los dos compartido, de modo que esta manera de enamorarse, salvo en contadas excepciones, está condenada al fracaso. En la segunda, en cambio, ocurre todo lo contrario: Pongamos que la mujer ha visto algo en esa otra persona. Cree haber descubierto algo especial, algo que merece la pena conocer. Y se toma su tiempo. Lo hace poco a poco, cita a cita, encuentro a encuentro, y con un poco de suerte su primera impresión crece paulatinamente y va fraguando en un sentimiento real de admiración, en un profundo y a veces, terco amor. Ella sabe, sobre todo porque lo ha vivido previamente, que la persona que tiene enfrente es aquella con la que quiere estar y compartir su vida. Pues bien, yo creo que la manera de enamorarse de las mujeres es la más auténtica y real, la más verdadera. Eso sí, también es cierto que hay hombres que se enamoran a la manera de las mujeres y viceversa.
-Entonces, tu teoría viene a decir que hombres y mujeres, indistintamente, nos enamoramos de igual y desigual manera, ¿no?-pregunto cuál avispado alumno adolescente.
-No te enteras de nada, cantautor. No te enteras de nada…