Descripción
Pronto se cumplirán 25 años desde que publicamos Haitzetan. Casi un cuarto de siglo sin apenas darme cuenta. Fue echar a andar y encontrarme un cruce de caminos tras otro. Caminar que me ha colocado a las puertas de este aniversario tan especial. Podría escribir mucho sobre lo vivido todo este tiempo, probablemente demasiado, pero prefiero aferrarme a una idea principal que lo resume casi todo: soy un cantante que aun pudiendo haberse sentido sólo en ocasiones, en realidad, nunca lo ha estado.
He vivido de todo, grandes celebraciones, cohetes, inundaciones, el desierto, el bosque verde… una imagen de alto contraste. Grandes contrastes, en definitiva. Y en alguna ocasión he podido sentir la soledad en este intenso viaje que es la música. Pero esto último no es más que una sensación, no tiene por qué ser cierta. De hecho, la siempre tentadora vanidad puede llevarnos a engaño fácilmente, a creernos lo que no somos, a vivir lo que no es. Y no es verdad. Aun en las situaciones más duras, como mínimo he estado conmigo mismo. Siempre. Y en uno mismo, habitan más mundos y personas que uno mismo. No estamos solos. Mi voz, mi tesón y mi fuerza no son solamente míos, tampoco lo son mis temores. También lo son de los antepasados y de las personas queridas que habitan en mi. Incluso de la gente y de los mundos que, a pesar de no conocerlos, forman de alguna manera parte de uno.
Todos ellos son ese pequeño fuego que todavía pervive en mí.